En el anterior artículo, analizamos los comienzos del desarrollo de aplicaciones móviles para el iPhone primigenio; y cómo esa etapa estuvo centrada en la mera copia de productos ya existentes en el mundo de los ordenadores para adaptarlos al mundo del desarrollo de apps móviles. Pero la realidad es que esos productos ya llegaban trasnochados porque entonces el mundo ya era lugar global y social.
La primera clave del moderno desarrollo de aplicaciones móviles es la adaptación al medio. «Un teléfono móvil ahora es un ordenador móvil, un ordenador sigue siendo un ordenador.» La movilidad y el tiempo de uso de los móviles marcan una importante diferencia con respecto a los ordenadores. El usuario dedica menos tiempo a una app que a un programa de ordenador. No podemos pretender que las utilicen del mismo modo. Cada medio tiene sus ventajas e inconvenientes.
Pongamos un ejemplo: si un «usuario estandar» de smartphone utiliza las apps en el transporte público, ¿por qué no aprovechar ese hábito? Y lo mismo ocurre con muchas otros habitos de uso de los terminales móviles: se utilizan mientras se ve la tele en el sofá (esto es un filón para publicidad interactiva, por cierto), se utilizan en locales públicos como sucursales, bancarias, hospitales, tiendas… (otro filón para explotar), se utilizan en eventos deportivos, en eventos culturales (suma y sigue)… El potencial de crecimiento para el desarrollo de aplicaciones móviles más útiles y de mejor calidad es enorme. Y lo mejor de todo es que éste si que es un territorio nuevo por descubrir, no existe un precedente que marque el camino a seguir. El éxito dependerá de lo bien o lo mal que nos adaptemos al nuevo público, al nuevo medio y a sus nuevas necesidades.